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Carta 41

Teresa de Ávila

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7 marzo 1572 (Avila)
A doña María de Mendoza

Han llegado cartas de Valladolid acusando presiones de doña María y de algunos jesuitas para admitir en la comunidad a ciertas postulantes no vocacionadas. A ello responde la carta. — Ella: satisfecha, porque en la Encarnación todo mejora; menos su salud: tiene cuartanas, dolor de un lado, esquinancia (anginas), calentura persistente, dolor de quijada. «Estoy ya enfadada de verme tan perdida».

A la ilustrísima señora doña María de Mendoza, mi señora.
1. Jesús. — La gracia del Espíritu Santo sea siempre con vuestra señoría, amén. Harto me he acordado de vuestra señoría en este tiempo y tenido miedo si su reciedumbre había de hacer daño a vuestra señoría. Así me parece que no ha dejado de hacerle. Sea Dios bendito, que hemos de ver eternidad sin mudanzas de tiempos. Plega a Su Majestad se pase éste de manera que podamos gozar de tan gran bien. A mí me ha probado la tierra de manera que no parece nací en ella; no creo he tenido mes y medio de salud al principio 1, que vio el Señor que sin ella no se podía asentar entonces nada; ahora Su Majestad lo hace todo. Yo no entiendo sino en regalarme, en especial tres semanas ha, que sobre las cuartanas me dio dolor en un lado y esquinancia2. El uno de estos males bastaba para matar si Dios fuera servido, mas no parece le ha de haber que llegue a hacerme este bien. Con tres sangrías estoy mejor. Quitáronseme las cuartanas; mas la calentura nunca se quita, y así me purgo mañana. Estoy ya enfadada de verme tan perdida, que si no es a misa no salgo de un rincón, ni puedo. Un dolor de quijadas, que ha cerca de mes y medio que tengo, me da más pena.
Ver manuscrito
2.Cuento a vuestra señoría todos estos males por que no me culpe si no he escrito a vuestra señoría, y por que vea que son las mercedes que el Señor me hace en darme lo que siempre le pido. Cierto, a mí me parecía imposible, luego que aquí vine, poder mi poca salud y flaco natural tanto trabajo, porque los negocios son muy ordinarios de cosas que se ofrecen en estos monasterios y de otras hartas cosas que aun sin esta casa me traían cansada; para que vea que todo se puede en Dios, como dice San Pablo3. Dame tan en un ser4poca salud (y que con esto lo haga todo, yo me río algunas veces), y déjame sin confesor y tan a solas, que no hay con quién tratar cosa para algún alivio, sino todo con miramiento. Aunque para lo que toca al regalo del cuerpo no ha faltado harta piedad y quien tenga cuidado, y en el lugar me han hecho harta limosna, que de la casa sólo pan como, y aun eso no quisiera. Acábasenos ya la limosna que nos dio doña Magdalena5, que hasta ahora hemos dado con ella una comida (y con la ayuda a la más limosna que da su señoría y algunas personas) a las más pobres.
3.Como ya las veo tan sosegadas y buenas, pesarme ha de verlas padecer, que cierto lo están. Es para alabar a nuestro Señor la mudanza que en ellas ha hecho. Las más recias están ahora más contentas y mejor conmigo. Esta cuaresma no se visita mujer ni hombre, aunque sean padres, que es harto
Ver manuscrito
nuevo para esta casa. Por todo pasan con gran paz. Verdaderamente hay aquí grandes siervas de Dios, y casi todas se van mejorando. Mi priora6hace estas maravillas. Para que se entienda que es esto así, ha ordenado nuestro Señor que yo esté de suerte que no parece vine sino a aborrecer la penitencia y no entender sino en mi regalo.
4.Ahora, por que de todas maneras padezca, me escribe la madre priora7de esa casa de vuestra señoría, que quiere vuestra señoría se tome en ella una monja y que está vuestra señoría disgustada, que se lo han dicho, porque yo no la he querido tomar; que le envíe licencia para recibirla, y otra que trae el padre Ripalda8. Pensado he que la han engañado. Darme hía pena si fuese verdad, pues vuestra señoría me puede reñir y mandar, y no puedo yo creer que, si no es por librarse vuestra señoría de ellos, esté de mí disgustada sin decírmelo, sino que por esto vuestra señoría lo muestra. Si esto fuese así, daríame mucho consuelo, que con esos padres de la Compañía yo me sé avenir, que no tomarían ellos a nadie que no conviniese a su Orden por hacerme merced. Si vuestra señoría lo quiere mandar determinadamente, no hay para qué hablar más en ello, que está claro en esa casa y en todas puede vuestra señoría mandar y ha de ser obedecida de mí. Enviaré a pedir licencia al padre visitador9o al padre general10, porque es contra nuestras constituciones tomar con el defecto que tiene, y no podré yo dar la licencia contra
Ver manuscrito
ella sin el uno de ellos; y ellas deprenderán bien a leer latín, porque está mandado no se reciba ninguna sin saberlo.
5.Por descargo de mi conciencia no puedo dejar de decir a vuestra señoría lo que en este caso yo hiciera después de haberlo encomendado al Señor. Dejo aparte, como digo, el quererlo vuestra señoría, que, por no enojarla, a todo me he de disponer y no hablaré en ello más. Sólo suplico a vuestra señoría que lo mire bien y quiera más para su casa11; que, cuando vuestra señoría no vea le está muy bien, le ha de pesar. A ser casa de muchas, puédese mejor sobrellevar cualquier falta; mas adonde son tan pocas, de razón habían de ser escogidas, y siempre he visto a vuestra señoría con esa intención, tanto que para todos cabos hallo monjas y a esa casa no he osado enviar ninguna, porque deseaba fuese tal, que, tan cabal como para ahí la quisiera, no la he hallado; y así por mi parecer, ninguna de esas dos ahí se recibiera, porque ni santidad, ni valor, ni tan sobrada discreción, ni talentos yo no los veo para que la casa gane. Pues, si ha de perder, ¿para qué quiere vuestra señoría que se tomen? Para remediarlas, hartos monasterios hay y adonde, como digo, por ser muchas se sobrellevan mejor las cosas; que ahí la que se tomase, cada una había de ser para ser priora y cualquier oficio que se le ofreciese.
6.Por amor de nuestro Señor, que vuestra señoría lo mire bien, y vea que siempre se ha de mirar más al bien común que al particular, y que, pues están allí encerradas y han de hacer vida unas con otras y llevar sus faltas con
La madre supriora19besa las manos de vuestra señoría muchas veces. Bien me va con ella.
Ver manuscrito
otros trabajos de la Orden (y éste es el mayor, cuando no aciertan)12, que vuestra señoría las favorezca en esto, como en todo lo demás nos hace merced. Líbremelo vuestra señoría a mí, si manda, que, como digo, yo me avendré con ellos13. Si es que todavía vuestra señoría lo quiere, hase de hacer lo que vuestra señoría manda, como he dicho, y a cargo de vuestra señoría será, si no sucediere bien. Esa que dice el padre Ripalda no me parece mal para otra parte; para ahí están a los principios, que se ha de mirar no desdorar la casa. Ordénelo el Señor como más sea para su gloria, y dé a vuestra señoría luz para que haga lo que conviene, y guárdenosla muchos años como yo le suplico, que de esto no me descuido, aunque más mala estoy.
7.A mi señora la duquesa14beso las manos de su excelencia muchas veces, y de mi señora doña Beatriz15, y de mis señoras la condesa16y doña Leonor. Escríbame vuestra señoría (digo que lo mande vuestra señoría) lo que en todo es servida que haga, que creo con dejarlo en la conciencia de vuestra señoría aseguraré la mía, y no pienso hago poco en esto, que en todas nuestras casas se hallará monja con tan notable falta ni yo la tomara por cosa17. Paréceme mortificación continua para las demás, por andar siempre tan juntas, y, como se quieren tanto, siempre les hará lástima. Basta la buena Magdalena18que ahí tienen; y pluguiera a Dios fuera así.
Son hoy siete de marzo.
Indigna sierva y súbdita de vuestra señoría,
Teresa de Jesús, Carmelita.

La madre supriora19 besa las manos de vuestra señora muchas veces. Bien me va con ella.

Ver manuscrito

1. Al principio de su estancia en La Encarnación (octubre l571).
2. Esquinancia: anginas.
3. Filipenses 4, 13.
4. En un ser: por junto.
5. Doña Magdalena de Ulloa, viuda de Luis Méndez (muerto en la guerra de la Alpujarra: 1570) y aya de don Juan de Austria, por su caridad llamada «la limosnera de Dios».
6. Mi priora: La Virgen, cuya imagen colocó la Santa en la silla prioral del coro, al tomar posesión de su cargo en La Encarnación.
7. Priora de Valladolid, María Bautista.
8. Padre jesuita, Jerónimo Ripalda.
9. Visitador dominico, Pedro Fernández.
10. General de los carmelitas, Juan Bautista Rubeo.
11. Su casa: el carmelo de Valladolid, del que doña María es fundadora.
12. El mayor trabajo sobreviene cuando no aciertan a discernir una vocación.
13. Con ellos: los jesuitas.
14. Duquesa de Osuna, doña Leonor Ana de Guzmán y Aragón.
15. Doña Beatriz Sarmiento de Mendoza, hermana de doña María.
16. La condesa de Lemus, doña Beatriz de Castro, madre de la siguiente: doña Leonor de Castro y Portugal, casada con el hermano de doña María (Diego Sarmiento de Mendoza).
17. Parece ser que la candidata era tuerta con alguna otra deformidad en el rostro.
18. María Magdalena Gutiérrez, profesa en Valladolid el 15.8.1571.
19. Supriora de La Encarnación: Isabel de la Cruz (Arias).

S.34  E.38  Lf.27  A.III 6  T.392

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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