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Carta 248

Teresa de Ávila

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4 de junio 1578 (Avila)
A la M. María de San José,

De nuevo han llegado de Sevilla cartas y regalos, y con ellos el comunicado de problemas conventuales: una enferma mental en la comunidad; complicaciones a causa de dos hermanas de «mucha oración» y cierto desequilibrio psíquico; nuevas aspirantes al hábito. — Ella ha mejorado de salud: por Avila ha pasado una aldeana curandera para recomponerle el brazo dislocado. La cabeza «todavía se está con harto ruido». «Mejor ando del corazón unos días ha». Escribe de su mano toda la carta: 5 páginas.

1. Jesús. — Sea con vuestra reverencia, hija mía, el Espíritu Santo. Dos cartas suyas he recibido, la una por Madrid, otra que trajo este recuero de aquí esta semana, que tarda tanto que me da mohína. Vino todo muy bueno lo que vuestra reverencia me envió y muy sano, y el agua1lo mismo; es excelente, mas ahora no es menester más; esto basta. En gracia me caen las jarritas que me envía; bastan ya. Como estoy mejor, no he menester tanto regalo, que algún día he de ser mortificada.
2. El brazo2 va mejorando, aunque no de manera que me pueda vestir; dicen que presto, con la más calor, estará bueno. La caja lo era mucho, y lo demás. No piense que como tantas conservas; a la verdad, no soy amiga de ellas; mas esto de dar no se me perderá en mi vida. Como nunca faltan negocios y la caridad no está tan hirviente en hacernos bien como en mi padre el prior de las Cuevas3 y en el padre Garciálvarez4, todo es menester.
3. El hornito5vino tan bien dado a entender que no creo se podrá errar. Ya se está haciendo. Todas se han espantado de su ingenio y se lo agradecen mucho y muy mucho, y yo lo mismo, que bien se le parece el amor que me tiene, según me da contento en todo. Ya lo tengo bien creído, y yo le digo que aun me debe más, que yo me espanto de lo que la quiero. No tiene que pensar la hace ninguna en esto ventaja, porque no son todas tan para mi condición. El mal es que le puedo aprovechar en poco, por ser tan ruin, que harto cuidado tengo de encomendarla a Dios.
4. Hame dado pena ese mal que dice tiene de corazón, que es muy penoso; y no me espan
Ver manuscrito
to, porque los trabajos han sido terribles y muy a solas. Ya que el Señor nos ha hecho merced de darle virtud y ánimo para llevarlos, el natural siente. De una cosa se alegre, que en el alma está muy más aprovechada (y crea que no lo digo por consolarla, sino que lo entiendo así), y esto, hija mía, jamás se hace sin que cueste mucho. El que ahora tienen6me ha dado harta harta pena, por ser cosa tan inquieta para todas: harto es haber alguna mejoría. Esperanza tengo en nuestro Señor que ha de sanar, porque a muchas que les da sanan, y si se deja curar es gran cosa. Dios lo hará, que quizá quiere darles esta cruz para poco tiempo y sacará de ella mucho bien. Harto se lo suplico.
5.Advierta en esto que ahora le diré: que lo menos que pudiere ser vuestra reverencia la vea, porque para ese mal de corazón es tan dañoso que le podría venir a mucho mal —y mire que se lo mando—, sino escoja dos de las que más corazón tuvieren, que tengan cuenta con ella, y las demás no hay para qué la ver casi nunca; ni dejen de andar alegres ni se estén afligiendo, sino como si tuviesen otra enferma; y en parte a ella hay que haber menos lástima, porque las que están así no sienten el mal como las que tienen otros males.
6.Estos días leíamos aquí de un monasterio de nuestra Orden adonde era monja santa Eufrasia7, y tenían en él así una como esa hermana, y sola a la santa se sujetaba, y en fin la sanó. Quizá habrá alguna a quien tema allá. Si en estos monasterios no hubiese trabajos de poca salud, sería cielo en la tierra y no habría en qué merecer. Con azotarla quizá no dará esas voces, y no le hace daño. Bien hace de tenerla a recaudo; he pensado si es sangre demasiada, que traía, me parece, dolores de espaldas. Dios lo remedie.
7.Sepa que, aunque son de sentir estas cosas, no tiene que ver con la
Ver manuscrito
pena que me daría si viese imperfecciones o almas inquietas; y pues esto no hay ahí, de cosas corporales de enfermedades no se me aflija mucho. Ya sabe que si ha de gozar del Crucificado ha de pasar cruz; y esto no es menester que se lo pidan —aunque mi padre fray Gregorio8piensa que hace al caso—, que a los que Su Majestad ama llévalos como a su Hijo.
8.El otro día escribí a mi padre prior de las Cuevas. Déle ahora un gran recaudo mío y lea esa que escribo al padre Garciálvarez, y si le pareciere bien, désela. Por mi cabeza —que todavía se está con harto ruido, aunque un poco mejor— no los escribo siempre, que los amo mucho. Continuo cumpla por mí.
9.Holgádome he que mande nuestro padre que coman carne las dos de la mucha oración9. Sepa, mi hija, que me ha dado tema, que si estuvieran cabe mí no tuvieran tanta baraúnda de cosas. El ser muchas me hace dudar, y aunque algunas sean ciertas tendré por acertado que se haga poco caso de ellas y que ni vuestra reverencia ni nuestro padre10hagan mucho caso, antes se les deshaga; y cuando sea verdad, no se pierde en esto. Digo deshagan, decir que son caminos por donde lleva Dios, unas de una manera y otros de otra, y que no es ése el de la más santidad, como es verdad.
10. Holgádome he de lo de Acosta11y que la tenga en tal opinión. Querría no le dijese muchas cosas, por que no la pierda si alguna no sale así, como me acaeció a mí con ella. No digo que perdió, que bien sé, aunque muchas veces sea de Dios, algunas puede no lo ser sino imaginación. Olvidado se me ha cuándo había de ser lo que esotra dijo; avíseme lo que saliere mentira o verdad, que con éste, cosa segura
Ver manuscrito
vienen las cartas. Ahora se me ofrece que no es bien que yo responda a Garciálvarez hasta que me avise si sabe algo de estas cosas, para que le escriba al propósito, sino déle un gran recaudo mío y que me holgué con su carta y que yo responderé.
11.En lo que toca a esas dos monjas12que quieren entrar, mire mucho lo que hace. Harto es que le contenten al padre Nicolao13. Nuestro padre, con el favor del Señor, irá allá por septiembre y quizá antes, que ya se lo han mandado (como lo sabrán allá), y lo que él mandare haga. Harto me pesa verle entre esa gente. Bien es menester oración. Todas se le encomiendan mucho.
12.¡Oh, Teresa14qué saltos daba con lo que la envió! Es cosa extraña lo que la quiere. Creo dejaría a su padre por irse con ella. Mientras más crece, tiene más virtud y muy cordecita15; ya comulga y no con poca devoción. Y mi cabeza se cansa, y por eso no más de que Dios me la guarde, como yo le suplico.
13.A todas me encomiende mucho, y a la portuguesa16y a su madre. Procure desechar penas, y dígame cómo es ese mal que tiene de corazón. El aceite de azahar es muy bueno. Mejor ando del corazón unos días ha, que en fin no quiere el Señor dar tanto junto.
Son hoy 4 de junio.
14.Mire esto que le suplico en este papel o le pido, por amor del Señor, que ha de poner en ello muy mucho cuidado: porque es cosa que se me ha encomendado, persona a quien tengo toda obligación, y hele dicho que si vuestra reverencia no lo recauda no lo hará otra persona; porque la tengo por mañosa y dichosa en lo que quiere pretender y halo de tomar con gran cuidado, que será darme muy gran contento. Quizá el padre prior de las Cuevas podrá algo, aunque en quien confío es en el padre Garciálvarez. Dificultoso parece, mas, si Dios quiere,
Ver manuscrito
todo es fácil. En gran manera me daría mucho consuelo, y aun creo sería gran servicio de nuestro Señor, pues es para provecho de almas y a ninguno puede venir daño.
15.Lo que se ha de procurar es: un año entero de sermones del padre Salucio (de la Orden de Santo Domingo es)17, que sean los mejores que se pudieren haber; y si no fuere posible tantos, los más que pudiere ser, con que sean muy buenos. Un año de sermones son éstos: sermones de una Cuaresma y de un Adviento, fiestas de nuestro Señor y de nuestra Señora y de los santos del año, y domínicas desde los Reyes hasta Adviento, y desde Pascua de Espíritu Santo hasta Adviento.
16.Hánseme encomendado en secreto, y así no querría lo tratase sino con quien ha de aprovechar. Plega al Señor tenga buena dicha en ello; y si me los enviare sea con este hombre y ponga buen porte, y siempre encamine aquí a San José las cartas mientras yo estuviere aquí, que es mejor que a mi hermano18, aunque sean para él, y lo más seguro, por si no está aquí. En fin los más que pudiere recaudar, ya que no pueda todos. Harto consuelo me da el bien que dicen de vuestra reverencia y sus hijas el padre Garciálvarez y el padre fray Gregorio: ¡como si siendo confesores habían de decir otra cosa! Plega a Dios sea verdad.
De vuestra reverencia sierva,
Teresa de Jesús.
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1. Agua de azahar: se la había pedido en la c. 237, 5.
2. El brazo izquierdo: quebrado o dislocado el 24.12.77, y remediado por la curandera en mayo pasado.
3. Hernando de Pantoja, prior de la cartuja (Sevilla).
4. Garciálvarez, confesor de la comunidad (n. 16).
5. Un horno, invención de madre María (?): ha enviado a la Santa diseño exacto por medio de Lorenzo de Cepeda (ver c. 238, 9).
6. El trabajo que ahora tienen: una monja de la comunidad es enferma mental.
7. Eufrasia (o Eufrasina? en el autógrafo). Alude a la vida legendaria de Santa Eufrasia referida por Surio en su Vitae Sanctorum, traducido por Alonso de Villegas (Toledo, por Diego de Ayala, 1578).
8. Gregorio Nacianceno, en los descalzos de Sevilla.
9. Las dos de la mucha oración: probablemente son Isabel de San Jerónimo y Beatriz de la Madre de Dios (ver c. 188).
10. Jerónimo Gracián.
11. Diego de Acosta, jesuita de Sevilla, ya recomendado por la Santa como maestro de espíritu (c. 188, 7).
12. Esas dos: quizás Inés de San Eliseo y María de San Pablo (de Sevilla).
13. Nicolás Doria, novicio en Los Remedios.
14. Teresita, su sobrina, novicia en San José.
15. Cordecita: diminutivo de cuerda. Teresita tiene 11 años.
16. La portuguesa es Blanca de Jesús; su madre, doña Leonor Valera.
17. Agustín de Salucio, dominico andaluz, profesor de prima en el colegio mayor de Santo Tomás de Sevilla, y gran predicador.
18. Lorenzo de Cepeda.

S.233  E.231  Lf.196  A.II 94  T.239

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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