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Carta 185

Teresa de Ávila

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27-28 febrero 1577 (Toledo)
A don Lorenzo de Cepeda

Convaleciente en Toledo. Le ha escrito Lorenzo interesándose por su salud, planteando de nuevo sus problemas de novicio improvisado (sequedades, cilicios, obediencia meticulosa a ella, su directora espiritual) y comunicándole su preocupación por Pedro, hermano de ambos, que cede a sus achaques de melancolía. — Ella ha mejorado algo: contenta, agasajada por todos, y agradecida. Vive una cuaresma sin penitencias, «escarmentada» de sus anteriores excesos.

1. Jesús sea con vuestra merced. Antes que se me olvide como otras veces: mande vuestra merced a Francisco que me envíe unas buenas plumas cortadas, que acá no las hay buenas y me hacen disgusto y trabajo; y nunca le quite que me escriba, que quizá lo ha menester, y con una letra se contenta, que eso no me hace nada1.
2. Creo ha de ser este mal2 para bien, que me comienzo a mostrar a escribir de mano ajena, que lo pudiera haber hecho en cosas que importan poco; quedarme he con esto. Harto mejor estoy, que he tomado unas píldoras. Creo me hizo daño comenzar a ayunar la cuaresma, que no era sólo la cabeza, que me daba en el corazón. De esto estoy mucho mejor, y aun de la cabeza lo he estado dos días, que es lo que me daba más pena, que no es poco; que mi miedo ha sido si me había de quedar inhabilitada para todo, que oración sería gran atrevimiento procurarla, y bien ve nuestro Señor el daño que me sería, porque ningún recogimiento sobrenatural tengo más que si nunca los hubiera tenido, que me espanta harto, porque no fuera en mi mano resistir 3. No tenga vuestra merced pena, que poco a poco iré tomando fuerza en la cabeza. Yo me regalo todo lo que veo es menester, que no es poco, y aun algo más que acá usan.
3. No podré tener oración. Tengo gran deseo de estar buena. Ello es a costa de vuestra merced; por eso téngolo por bien, que es tal mi condición que para no traer pesadumbre es menester así; y como tan mal carnero, que siempre he menester ave a comer, porque todo el negocio de él es flaqueza, como he ayunado desde la Cruz de setiembre y con el trabajo y edad4y, en fin ser yo para tan poco, que es enojo, que siempre este cuerpo me ha hecho mal y estorbado el bien. No es tanto que deje de escribir a vuestra merced de mi letra, que esa mortificación no se la daré ahora, que por mí veo que será mucha.
4. La de que no se ponga el cilicio habrá de perdonar, porque no se ha de hacer lo que él escoge. Sepa que han de ser tan cortas las disciplinas, que se siente tanto más y hará menos mal. No se dé muy recio, que va poco en eso, que pensará que es gran imperfección. Por que haga algo de lo que quiere, le envío ese cilicio para que traiga dos días en la semana; entiéndese desde que se levanta hasta que se acuesta, y no duerma con él5. En gracia me ha caído el contar de los días tan cabalmente. Uso nuevo es, y no creo han alcanzado esa habilidad las descalzas. Mire que nunca se ponga esotro; ahora estése guardado.
5. A Teresa envío uno y una disciplina que me envió a pedir, muy recia; mándesela dar vuestra merced y mis encomiendas. Muchas cosas buenas me escribe de ella Julián de Avila, que me hace alabar al Señor6. El la tenga de su mano siempre, que gran merced la ha hecho y a las que la queremos bien.
6. En forma había deseado estos días tuviese vuestra merced alguna sequedad, y así me holgué harto cuando vi su carta, aunque ésa no se puede llamar sequedad. Crea que para muchas cosas aprovecha mucho. Si ese cilicio llegare a toda la cintura, ponga un pañico de lienzo al estómago, que es muy dañoso; y mire que, si sintiere mal en los riñones, que ni eso ni la disciplina no lo tome, que le hará mucho mal; que más quiere Dios su salud que su penitencia, y que obedezca. Acuérdese de lo de Saúl, y no haga otra cosa 7. No hará poco si sabe llevar a esa persona la condición, porque tengo para mí que todos esos grandes trabajos y penas es melancolía que le sujeta bravamente, y así ni hay culpa ni de qué nos espantar, sino alabar al Señor que no nos da ese tormento.
7. Tenga gran cuenta con no dejar de dormir y hacer colación bastante, que no se siente hasta que está ya hecho el mal, con el deseo de hacer algo por Dios. Y yo le digo que he de quedar escarmentada para mí y para otras8. El cilicio cada día es menos en parte, porque con la costumbre de traerlo no se hace la novedad que vuestra merced dice, y no había de apretarse tanto el hombro como suele. En todo mire no le haga mal. Harta merced le hace Dios en llevar tan bien la falta de oración, que es señal que está rendido a su voluntad, que éste creo es el mayor bien que trae consigo la oración.
8. De mis papeles hay buenas nuevas9. El inquisidor mayor mismo los lee, que es cosa nueva (débenselos haber loado); y dijo a doña Luisa que no había allí cosa que ellos tuviesen que hacer en ella, que antes había bien que mal; y díjola que por qué no había yo hecho monasterio en Madrid. Está muy en favor de los descalzos; es el que ahora han hecho arzobispo de Toledo. Creo que ha estado con él allá en un lugar doña Luisa y llevó muy a cargo este negocio, que son grandes amigos, y ella me lo escribió. Presto vendrá y sabré lo demás 10. Esto diga vuestra merced al señor obispo y a la supriora y a Isabel de san Pablo (en mucho secreto, para que no lo digan a nadie y lo encomienden a Dios), y no a otra persona. Harto buenas nuevas son. Para todo ha aprovechado el quedar aquí, aunque no para mi cabeza, que ha habido más cartas que en otro cabo.
9. Por ésa de la priora11 verá cómo han pagado la mitad de la casa, y no llegando a lo de Beatriz y su madre; presto la pagarán toda con el favor del Señor. Mucho me he holgado, y con esa carta de Agustín que no fuese acullá, y pesádome que haya enviado vuestra merced carta sin la mía12. Habré una de la marquesa de Villena para el virrey (que es la sobrina muy querida), para cuando vayan ciertas. Harto me lastima verle en esas cosas todavía. Encomiéndelo a Dios, que así lo hago yo.
10. De lo que dice del agua bendita, no sé más el porqué de la experiencia que tengo13. Dicho lo he a algunos letrados, y no lo contradicen. Basta tenerlo la Iglesia, como vuestra merced dice.
Con todo lo que va mal a las de la reformación, excusan hartos pecados14.
11. Dice mucha verdad Francisco de Salcedo de lo de Ospedal15, al menos que soy yo como ella en ese caso. Déle un gran recaudo de mi parte, y a Pedro de Ahumada, que no quiero escribir más de que mire si pudiere dar para comprar algunas ovejas Juan de Ovalle, que será mucha ayuda para ellos y harta limosna, si se puede hacer sin perder vuestra merced.
12. Más plumas he mudado en esta carta, que le parecerá peor la letra que suelo; pues no es del mal sino por esta ocasión. Ayer la escribí, y hoy me levanto mejor, gloria a Dios, que el miedo de no quedar así debe ser más que el mal16.
13. Donosa ha estado mi compañera con el empedrador17; díjome de él habilidades que la dije las escribiese allá. Con todo, creo que, pues la priora dice que es abonado, que lo sabe, y que no lo hiciera mal, porque ella conoce al uno y al otro; aunque yo el Vitoria entendí siempre era el que entendía en ello. Plega a Dios se haga bien, y a vuestra merced guarde, como yo le suplico, para su servicio, amén.
Son hoy 28 de febrero.
14. Bueno está el padre visitador. Ahora torna el Tostado, según dicen, cosa que es para conocer el mundo estos nuestros negocios, que no parece sino una comedia18. Con todo, deseo harto verle quitado de ellos. Hágalo el Señor como ve es menester. La priora y todas se encomiendan a vuestra merced. La de Sevilla me regala mucho, y la de Salamanca; y aun la de Beas y Caravaca no han dejado de hacer lo que pueden; en fin, muestran su buena voluntad19.
15. Yo quisiera estar cabe vuestra merced, para que viera, y aun para gustar de enviarle de ello. Unos sábalos vinieron ahora de Sevilla en pan, que se pudieron bien comer, que me he holgado, porque es mucha la esterilidad de este pueblo. El ver la voluntad con que lo hacen, es lo que me cae en gracia.
Indigna sierva de vuestra merced,
Teresa de Jesús.

1. Francisco de Cepeda, hijo de Lorenzo. — Buenas plumas para escribir. En Toledo no tiene quien se las corte. Tendrá que usar varias (n. 12) para redactar esta carta. — Insiste en que Lorenzo no interfiera en la correspondencia de Francisco: «nunca se la lea», le había dicho ya (172, 2). Nada nos queda de ese carteo.
2. Este mal: la enfermedad de la carta 182; sirve para bien: la prescripción médica de escribir de mano ajena, que ahora le resulta cómoda, aunque no la respetará en el carteo con Lorenzo (n. 3). De hecho, siguió escribiendo casi todo de propia mano.
3. Alusión a la efervescente situación mística (con arrobamientos en público) de hace pocos días: la contaba a Lorenzo el 17 de enero (177, 3).
4. He ayunado desde la Cruz: desde la Exaltación de la Cruz (14 de septiembre), data en que comenzaba el ayuno de la Regla carmelitana (cf. 172, 21. — Su edad: contaba casi 62 años.
5. Consigna ya dada a Lorenzo (177, 13 y 182, 4): se la repite y comenta largamente en esta carta. — La frase final: nunca se ponga esotro cilicio.
6. Teresa de Cepeda, hija de Lorenzo, que se halla en San José de Avila; y Julián de Avila, el capellán de ese mismo carmelo.
7. Alusión al texto bíblico «mejor es la obediencia que las víctimas» (1 Reg 15, 22). — Esa persona es Pedro de Ahumada, hermano de Lorenzo y de la Santa, cuya propensión a la «melancolía» dará mucho que hacer a ambos. Hacia abril del año 1580, será tema penoso de las últimas cartas a Lorenzo (337 y 338).
8. Escarmentada del exceso de trabajo y penitencias, que la han puesto al borde de «quedar inhabilitada».
9. Mis papeles: referencia velada al autógrafo de su Vida, secuestrado por la Inquisición en 1575. Ahora los lee el Inquisidor mayor, Gaspar de Quiroga, nombrado ese mismo año arzobispo de Toledo. — Doña Luisa de la Cerda es la amiga de la Santa en Toledo (cf. Vida 34), que había intervenido en los primeros avatares del libro teresiano (ver cartas a ésta: 7, 8, y 9...).
10. Presto sabré... la decisión sobre el libro de su Vida. No fue así por desgracia: no logró que la Inquisición se lo restituyese. — El obispo es don Alvaro de Mendoza. El había tenido que entregar a la Inquisición el autógrafo de Vida. Supriora del carmelo de Avila es María de San Jerónimo; Isabel de San Pablo es también monja en San José, hija de Francisco de Cepeda primo de la Santa, y su amanuense y secretaria.
11. Esa carta de la priora de Sevilla, María de San José... La Santa está interesada en cancelar la deuda de aquella fundación, sin tocar las dotes de Beatriz de la Madre de Dios y su madre Juana de la Cruz, la primera de las cuales creará situaciones penosas a la casa.
12. Agustín de Ahumada, hermano de la santa residente en América.—La marquesa de Villena, Juana Lucas de Toledo, es sobrina del virrey del Perú, Francisco de Toledo, cuyo súbdito es Agustín.
13. Sobre esa experiencia de la santa ver los numerosos episodios referidos en Vida 31, 2.4.6.9.10.Ahora alude a lo dicho en la carta 182, 9).
14. Las de la reformación son las carmelitas descalzas de Sevilla, enredadas en la reforma de las carmelitas calzadas de Paterna (cerca de Sevilla), por iniciativa de Gracián (cartas a María de San José: 158, 1, 178, 2, 188, 7).
15. Se ve que Francisco de Salcedo —quizás enfurruñado todavía a causa del Vejamen— ha comparado la santa a su ama de llaves, la señora Ospedal (ver c.13, 3) y Lorenzo se ha apresurado a trasmitir la noticia.
16. El miedo... «de quedar inhabilitada para todo» (n. 2) a causa de la enfermedad.
17. Personas aludidas: Mi compañera, quizás es la hermana Ginesa (c. 182, 13), la leguita que la asiste. La priora es María Bautista, priora de Valladolid. El Vitoria es Agustín de Vitoria, mercader vallisoletano a quien se ha encomendado el asunto financiero de Lorenzo. El empedrador: es probablemente el mote de un segundo mediador en el mismo negocio.
18. Visitador es el P. Jerónimo Gracián, nombrado por el nuncio Ormaneto. Jerónimo Tostado, carmelita calzado, es también Visitador, nombrado por el capítulo general de Piacenza (1575). Torna de Portugal.
19. Las cinco prioras que se han interesado por su salud son: Ana de los Angeles (Toledo), María de San José (Sevilla), Ana de la Encarnación (Salamanca), Ana de Jesús (Beas) y Ana de San Alberto (Caravaca).

S.171  E.180  Lf.142  A.II 50  T.10

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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